El artículo 59 de la Constitución Dominicana hace referencia sobre el Derecho a la Vivienda, y explica lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a una vivienda digna con servicios básicos esenciales. El Estado debe fijar las condiciones necesarias para hacer efectivo este derecho y promover planes de viviendas y asentamientos humanos de interés social”.

También este artículo habla sobre “el acceso legal a la propiedad inmobiliaria titulada es una prioridad fundamental de las políticas públicas de promoción de vivienda”.

Movidos por el deseo de conocer acerca del proyecto Eco-Hábitat Ángel Darío Ramírez, obra ejecutada por la Dirección de Proyectos Especiales de la Presidencia (PROPEEP); el equipo de Las Crónicas del Cambio recorrió 110.3 kilómetros desde la ciudad de Santo Domingo hacia la región sur. El viaje tenía como objetivo principal una parada, por unas cinco horas, en el municipio de El Barro, una comunidad alojada en las afueras de la provincia Azua de Compostela, con la finalidad de recorrer la obra y entrevistar a los protagonistas de esta historia que les marcó su vida con un antes y un después.

Al llegar, el lugar sobrepasó las expectativas del equipo, quienes encontraron un proyecto seguro con un total de 100 viviendas construidas en una de las zonas más áridas y calurosas del país, pero que alberga los sentimientos más nobles de seres humanos que hoy tienen una sonrisa que irradia paz y alegría, por el simple hecho de ver un sueño hecho realidad…tener un techo digno donde vivir tal cual lo establece el artículo 59 de la Carta Magna.

Los beneficiados

El primero en contar su testimonio fue William Martínez Lara, quien con un corazón agradecido no se cansaba de dar las gracias, una y otra vez, a todos los que hicieron posible que el contara hoy día con una vivienda digna.

La vida a William no siempre le mostró la mejor cara de la moneda, sino que en el devenir de sus años ha tenido que afrontar múltiples adversidades desde el padecimiento de poliomielitis durante su niñez, la muerte de sus padres, hasta vivir deambulando en las calles de Azua sin rumbo alguno.

Las noches para él eran en total intemperie, largas, oscuras y frías. Vivía  y dormía donde el ocaso del sol le agarrarse…en las calles.

“Me siento muy feliz porque ahora vivo en una casa bonita, amueblada y segura” William

“Este presidente ha dado la cara por las personas que más necesitamos.  La situación era dura yo vivía en el barrio El Hoyo, por la Fortaleza 19 de Marzo, y mis padres murieron y yo quedé desamparado en la calle cuando vendieron la casa. Yo antes dormía en la Gobernación o en el Ayuntamiento y comía en el comedor económico, o algunas veces tenía que dormir en los bancos y cuando llovía tenía que meterme debajo para no mojarme” rememoraba William, mientras escenifica a la forma en que metía bajo la banca, pero ahora lo cuenta con un corazón desbordante de felicidad debido al cambio que dio su vida.

“Me siento muy feliz porque ahora vivo en una casa bonita, amueblada y segura. Recuerdo ese día cuando me dieron esa llave, yo me engranojé, cuando entré y ví nevera, cocina, muebles, dos camas, comedor; cuando llegó la noche que me acosté en la cama me levanté al otro día a las dos de la tarde, pensando que era temprano y que acababa de amanecer. Me pasé la hora durmiendo de lo cómodo y feliz que estaba”, contaba William esta anécdota mientras el equipo de rodaje sonreía al escuchar su testimonio.

“El dinero nos rinde más que antes, ya no hay que pagar vivienda. Ahora tenemos privacidad, ya que yo tengo mi habitación y mis hijas también” Evelisa

La vida también le cambió a Evelisa Josefina Filpo Ramírez, quien es madre de tres niñas, trabaja en una banca de lotería y estudia en la universidad Educación Inicial.

“Yo vivía en una casa entera pero compartida con tres familias. Vivíamos en una habitación con mi esposo y mis hijas y las otras dos familias en las otras dos habitaciones. Por vivir en ese cuarto nosotros pagábamos 1,500 pesos de alquiler, pero vivíamos muy incómodos porque no teníamos baño, sino que era uno solo y era compartido para todas las familias y era incómodo porque el baño estaba afuera, tenía un candado con llave para uno poder utilizarlo”, comenta Evelisa recordando las condiciones en las que vivía antes de mudarse a Eco-Hábitat.

Sin embargo, dice que ahora se siente cómoda y feliz después que le regalaron esta vivienda.  “Este lugar es muy seguro y nos sentimos bien porque es un proyecto pensado para los más necesitados y yo siempre estuve confiada de que me darían una casa. Mi familia y yo nos sentimos muy bien porque ya no íbamos a pagar más alquiler, sino que ahora el dinero nos rinde más que antes y ya no hay que preocuparse por pagar una casa. Además, ahora tenemos privacidad, ya que yo tengo mi habitación y mis hijas también” apunta Evelisa, quien también confesó que se siente feliz con sus  nuevos vecinos y que el área que más le gusta de su casa es el baño y la cocina porque no tiene que compartirlos más que con su familia.

“Esto me hizo sentir bien porque es una vivienda amueblada y limpia” Santa

Otras de las beneficiadas con una vivienda es la señora Santa Elena Beltré, quien posee una personalidad tímida, lo cual justifica lo escueto de su testimonio, pero con una emoción inmensa que inunda su corazón por residir en este proyecto.

Santa Elena comentó que antes vivía en una casa construida en su totalidad a base de zinc, no tenían baños y tenían que hacer su necesidades en el monte y bañarse en el canal de riego que le pasaba a pocos metros de su humilde e insegura vivienda. Allí vivía con su esposo y sus  cuatros hijos, divididos en dos camas.

“Esto ha sido para bien porque antes se me mojaba todo cuando llovía, pero ahora cuando llueve no tengo miedo de que la lluvia me dañe todo o se me inunde mi casa. Aquí estamos más cómodos. Esto me hizo sentir bien porque es una vivienda amueblada y limpia y siempre tuvimos la esperanza de que íbamos a recibir esta casa. Por lo que este gobierno ha hecho su trabajo y se nota, ya que ningún gobierno había hecho un proyecto y este lo ha hecho” afirmó Santa Elena, quien dijo que antes cocinaba en leña y ahora puede cocinar en una estufa  con gas y que cada semana puede hacer sus compras en el Mercado de Inespre que está instalado en el mismo proyecto. 

También agregó que se siente segura en su vivienda y en el proyecto en sentido general.

Un Ángel en medio del desierto y la desesperanza

Don Ángel Darío Ramírez, un azuano de gran corazón e hijo de una señora llamaba Generosa, hace honor al nombre de su difunta madre, puesto que él fue la persona que Dios utilizó para que donara los terrenos donde se construyó el proyecto Eco-Hábitat, que en su honor lleva su nombre.

“Soy de las personas que piensan que el que tiene debe ayudar a los que menos tienen, porque no nos vamos a llevar nada. Además, quienes tenemos algo debemos ayudar y aportar a los gobiernos para que puedan trabajar. Si no dono este terreno, el gobierno no puede hacer esta gran obra, entonces esto impulsa a que se siga trabajando por los más necesitados” apunta don Ángel.

Para don Ángel su esencia y lema de vida es… ayudar al prójimo. “Voy a seguir ayudando hasta que Dios me lo permita. Mi esencia es ayudar a los más necesitados. Soy de las personas que no anda diciendo lo que hacen, si veo una necesidad en alguien lo ayudo sin hacer mucho alarde. A mi nunca me ha gustado la política y nunca he tenido aspiraciones y si algún día piensan darme un puesto debe ser honorífico” puntualizó don Ángel.

Finalmente, en Eco-Hábitat Ángel Darío Ramírez, cada una de las ecoviviendas cuentan con paneles solares incluyendo todos los servicios básicos, tales como agua y luz. Además, de una Farmacia del Pueblo, Iglesia, Escuela Vocacional, Mercado de Inespre, área infantil, destacamento policial y un dispensario médico, por lo que cada uno de los beneficiarios han mejorado sus condiciones de vida, superando su situación de pobreza extrema.

“Quienes tenemos algo debemos ayudar y aportar a los gobiernos para que puedan trabajar” Ángel

Orlando Jerez
Sobre el autor

Orlando Jerez

Periodista por elección. Me encanta entablar diálogos con las personas y contar sus historias. Me considero la alegría hecha gente.

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