Ella es friturera, y dice a viva voz que lo que más le gusta cocinar es la carnita de cerdo. Laura del Orbe, segura del buen sabor que producen sus manos y orgullosa de sus platos, convirtió su carro en transporte para motivar a otras a estudiar cocina en el Centro de Superación Gastronómica Supérate de Boca Chica.

“Como sigo la cuenta de Supérate vi que tenían este centro y que estaba el chef Wandy Robles, que yo lo amo, convencí a una amiga para hacer cocina dominicana y a la semana motivé a mi hermana. Cuando terminamos y entramos a la profesional invité a mi prima, para el bocadillo, invité a mi esposo y mi hijo”.

Ella nos cuenta que su mayor motivación era que a pesar de cocinar, si le tocaba emplearse no contaba con un título que la avalara, porque en el país eso vale mucho. Es por esto que comenzó su búsqueda de profesionalización, pero “todos los cursos a los que llamaba me hablaban de tres meses y costaban 60 y 80 mil y aquí todo es gratis, no tienes que traer nada y hasta coffee break te obsequian”.

“Conmigo trabaja mi esposo, mi hijo, mi hija y la chiquita también da carpeta, incluso hasta un vecino que tiene 15 años y yo lo he adoptado como si fuera hijo mío y también está con nosotros, es un negocio familiar”. Laura del Orbe

Esta alegre, decidida y emprendedora mujer, que vive en Los Jardines en Santo Domingo, nos habla de sus muchos intentos fallidos para que la carne le saliera como a los grandes chefs y la forma en que ahora cocina una pierna que vende completa la misma noche, a la vez que la llenan de elogios. 

También comenta que ella tenía su negocio de fritura en la casa, pero luego de los cursos, y para incrementar los ingresos, decidió salir a la calle para así duplicarlos. 

Laura no es la única pasajera de esos viajes que hoy ve los frutos de su esfuerzo, aquella prima a la que convenció hoy emprende con la venta de galletas y bizcochos por encargo, además de trabajar en un negocio de comida de su tía.

“Los clientes de catering siempre me hacían encargos por 50 o 60, ahora hemos hecho por 150, 300”. Clara Feliz

Clara Feliz ya era emprendedora cuando hizo repostería casera y cocina mexicana en el CSGS, alquilaba mobiliario para actividades y hacía catering. Sin embargo, cuando algunos de sus clientes le solicitaban un pastel ella debía encargarlo en una pastelería, debido a la falta de conocimiento.

“Ahora yo los estoy haciendo. Además, antes hacía solo picaderas tradicionales y ahora hago bocadillos y algunas creaciones”, refiere Clara, quien viajaba desde Villa Mella, ya que luego de investigar en varios lugares, le llamó la atención que muchos de los maestros ya los seguía en las redes.

Reconoce que luego de hacer los cursos ha generado más clientes, ya que su comida se ve más profesional. “Los clientes de catering siempre me hacían encargos por 50 o 60, ahora hemos hecho por 150, 300”.

“Mi sueño es poner mi negocio de panadería y repostería, para lo que recibo el apoyo de mi familia y ya me falta poco para lograrlo” Beatriz Lapai

Con ella se encuentra Beatriz Lapai, quien luego de hacer repostería está cursando panadería y a pesar de viajar desde Los Mina, dice que ha valido la pena porque ya ve los frutos de su esfuerzo.

“Inicié mi emprendimiento primero con bocadillos y cuando hice la repostería empecé a subir los bizcochos y la gente comenzó a encargarme por las redes, al principio hacía uno por semana, ahora hago cuatro y cinco, además de postres variados”. 

Su sueño es poner su negocio de panadería y repostería, para lo que recibe el apoyo de su familia y dice faltarle poco para lograrlo.

Expresa un gran agradecimiento por su maestra de repostería, quien no solo se ha limitado al aula, sino que le ha aclarado dudas que ha tenido cuando le han solicitado algún pedido. “Cuando le dije que estaba vendiendo ella me dijo cómo lo podía hacer, qué precio podría poner y los ingredientes”.

Clara es proactiva y ya comienza a monetizar lo aprendido en panadería supliendo a negocios en su barrio. “Estoy supliendo a tres colmados de 150 a 200 panes”.

Buenos empleos

Nayeli Calderón apenas tiene la mayoría de edad y su familia ya celebra el que haya conseguido un buen trabajo en el recién inaugurado local de Super Fresh en el Aeropuerto Internacional José Fco. Peña Gómez (Las Américas).

Había terminado la secundaria y su madrina le recomendó hacer un curso en el CSGS, ya que no estaba haciendo nada. “Desde la primera clase me enamoré, porque los chefs se toman su tiempo, son muy buenos, nos tratan con mucha dedicación y amor”. 

Lo que comenzó con un curso se convirtió en cinco, a los que le agradece haber sido seleccionada durante el reclutamiento de la referida empresa y haber sido entrenada posteriormente para la posición para la que fue contratada.

Cuando Vicente Montero se desempeñaba como vitrinero en un parador, soñaba con que alguna vez podría llegar a más, solo necesitaba encontrar la manera de hacerlo y con ella, una oportunidad.

“Mi vida ha cambiado mucho, porque mi currículo cambió, el puesto, la posición, el dueño me contrató como cocinero y cuando vio mi capacidad, mi desenvolvimiento en la cocina me fue escalando”. 

No duda en admitir que la posición de administrador del Parador 809 de Boca Chica que hoy ostenta es el resultado de todo lo aprendido en el CSGS, así como la confianza y el ánimo que le ofrecieron sus maestros. “No tengo cómo pagarles, porque a veces uno puede conocer cosas, pero el chef te va dando confianza para poder llegar donde estoy ahora”.

Se ríe cuando cuenta que él pensó que era cocinero y cuando llegó al centro se dio cuenta que no sabía nada, que al llegar “comenzó la verdadera pelea”.

Somos de La Guajaca, Montecristi y es algo difícil, porque nos levantamos a la 1 de la madrugada los martes y nos pasa a buscar una guagua a las 2, llegamos aquí tipo 7, cuando tomamos el curso nos vamos donde unos amigos en Sabana Perdida, entonces volvemos los miércoles a tomar repostería y como a las 12 o 1 nuestras compañeras nos dan una bola hasta tomar la guagua y llegamos como a eso de las 7. Elidé Tatis

Una idea, un cambio

A Martín Omar, le gusta que le llamen cocinero dominicano, es risueño en todo momento, afable sin importar si tiene prisa, está enamorado del proyecto que soñó y hoy ve materializado en tantas personas vulnerables que hoy cuentan con una profesión.

“Este proyecto viene a conseguir que apoyemos a la gente que tiene que profesionalizarse en gastronomía de forma súper sencilla y perfecta, que hace que en el mínimo tiempo los estudiantes que vienen aquí salgan a trabajar a un hotel o restaurante”.

Al cuestionarlo sobre cuál es la mayor satisfacción que le ha regalado este proyecto, en un intento por respondernos el latir de su corazón le traiciona, su voz se quiebra e inevitablemente sus ojos delatan que tocamos una fibra sensible. 

“Saber que muchos estudiantes de aquí están ubicados en restaurantes y hoteles buenos del país.  Lo más bonito del proyecto es que Supérate lo haya abrazado, haya decidido apostar por él, porque realmente viene a apoyar a esa gente que está en esa escala social que necesita un empuje. Si bien es cierto que la escuela está abierta a todos los dominicanos, es cierto que también tenemos preferencia por los que reciben ayuda, los reales protagonistas son los beneficiarios, nosotros tratamos de que ellos salgan de esa vulnerabilidad que lamentablemente todavía tenemos”.

Buenas noticias de Martín

“Los CSGS tienen este plan piloto en Boca Chica, pero la idea es que se replique por todo el país, de hecho, ya hay centros que están a puntito de abrir, por ejemplo, tenemos a Santiago y Barahona y ya hay proyectos en otras latitudes”. Chef Martín

“No sé si tengo autoridad para decirlo, pero creo que sí porque es de mucho orgullo, que hay centros en el extranjero, en especial en España que tengo tan buena relación, que están dispuestos a ofrecer currículo escolar con doble titulación, otros que están dispuestos a que estudiantes hagan especialidades o hasta pasantías allí, eso es algo buenísimo realmente”.

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Sobre el autor

Abdia Acevedo

Me asfixié del lápiz y el papel a los 15 años. Me casé con el periodismo a los 24, como todos, para intentar salvar el mundo y la pasión desahució mi bolsillo. Amante de la poesía, de la carretera y el turismo de cercanía.

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