Aquello de que la Navidad es la época más bella del año, apelando a las luces de colores intermitentes que invaden las calles y casas de los dominicanos, de las celebraciones y cenas nocturnas y las visitas de familiares y amigos, no aplicaba para los laboriosos residentes del paraje La Culebra en la provincia El Seibo.

Desde la fundación de esta comunidad, hace más de 80 años, carecían del servicio de energía eléctrica. Los moradores narran las peripecias que tenían que hacer para poder obtener lo que ellos llamaban «privilegios» como tomar agua fría, enterarse de cómo estaba el mundo, a través de las noticias o poder conservar por más tiempo los alimentos.

Navidad iluminada

Al acostarse el sol, no les quedaba otro remedio que hacer lo mismo, pues no había forma de iluminar nada a su alrededor y era mejor dormirse para no tropezarse y así evitar una caída. En plena oscuridad, y solo con la luna como testigo, veían con recelo como otras comunidades circundantes sí tenían el servicio y solo rogaban porque algún día les tocase a ellos también disfrutar de luz.

Navidad iluminada

Cuentan que elevaron su voz ante autoridades en gobiernos pasados, pero todo quedaba en promesas. Gracias a la presente gestión las 30 familias que habitan en estas hermosas tierras podrán disfrutar de la primera Navidad con energía eléctrica.

Para ellos esto es sinónimo de esperanza, de alegría y regocijo, pues como cuentan, podrán incluso invitar a familiares y amigos a pasar este tiempo en familia, ya que antes no podían por las limitaciones propias de no contar con el servicio.

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“Vivíamos ‘a lo oscuro’.De noche usábamos lamparitas de gas, teníamos que gastar mucho dinero comprando hielo. Ha sido un cambio de la tierra al cielo” Victoria

Así lo narra Victoria, aunque su nombre de pila es Gertrudis Ubiera, nació y creció en esta comunidad. Su padre, don Eutimo, es el presidente de la Junta de Vecinos, y por los achaques propios de la edad, a ella le ha tocado representarlo en varias ocasiones. Tanto así que se convirtió en una de las voces que más alto se elevó para que el clamor de la comunidad fuera escuchado. No puede esconder la alegría que para ella significa que, por primera vez, podrá poner sus luces navideñas y decorar con ellas parte de su hogar. Dice que no creía que esto sería posible, hasta que pudo ver a los ingenieros del Ministerio de Energía y Minas haciendo los levantamientos correspondientes y realizando los agujeros donde se colocarían los postes del tendido eléctrico.

Navidad iluminada

Solo en ese momento, su esperanza reverdeció. Con risa en los labios dice que en ocasiones se despierta pensando que es un sueño. “Vivíamos ‘a lo oscuro’, teníamos que salir de madrugada de nuestras casas a los arroyos más cercanos a lavar ropa a mano, todo el día. De noche usábamos lamparitas de gas, teníamos que gastar mucho dinero comprando hielo. Ha sido un cambio de la tierra al cielo. Ahora tenemos lavadora, nevera, ya no tenemos que recorrer varios kilómetros para buscar hielo, ahora estamos cómodos, la vida nos ha cambiado totalmente”, expresa con alegría.

Los planes para esta Navidad y para despedir el año también tendrán un sabor diferente. Recuerda que antes vivía preocupada pues la carne se debía consumir el mismo día porque sin refrigeración se dañaba, ahora no. Narra con entusiasmo que podrán celebrar en grande con música y su bebida favorita.»

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“Ahora es solo encender el bombillo” Guancho

De igual pensamiento es «Guancho», también nació en esta comunidad. Ha podido ver el cambio que ha significado para la vida de los residentes el poder disponer de luz para sus actividades diarias. Con 60 años de edad, es fiel testigo del cambio de vida que junto a sus vecinos ha experimentado.

«Antes solo teníamos la luz de Dios, teníamos que comprar gas y cuando se terminaba no había otra opción que quedarse oscuro. Antes la carne solo se podía comprar para el día en que se iba a cocinar, ahora me dura mucho más tiempo y debo viajar menos a Hato Mayor, que nos queda mucho más cerca que el centro de El Seibo. De pequeño recuerdo que se compraba medio bloque de hielo, pero se disolvía rápido, ya bebemos agua fría y podemos brindarle a la visita», dice.

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Junto con otros miembros de la comunidad, recuerda también haber hecho diligencias para que por fin se tomará en cuenta esta comunidad. Fue un camino tortuoso, hablando con legisladores y síndicos. Diferentes comisiones se formaron para hacer las diligencias pertinentes hasta que por fin fueron favorecidos.

«Pasar una Navidad a oscuras no era nada fácil. Pero gracias a Dios y a nuestro presidente, este año lo vamos a pasar bien, en familia. ¿Te imaginas lo grande que es recibir una visita en tu casa y ni siquiera poder verles bien la cara, apenas con una lamparita de gas? Ahora es solo encender el bombillo. Ahora sí podremos compartir y vernos las caras», dice entre risas.

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“Junto a mi familia, que vendrá por primera vez, vamos a preparar un cerdito asado y empanaditas” Diomary

Otra residente que no puede esconder su alegría es Diomary Mejía Amparo, aunque no es oriunda de esta tierra, lleva 16 años viviendo aquí. Recuerda que antes de contar con el servicio eléctrico vivía una vida «restringida y precaria».

Igual que los demás, cuenta como algunas actividades normales para otras comunidades eran una odisea. Para ella esta Navidad tendrá un sabor diferente, soñaba con poner luces navideñas, lavar con la lavadora, que tenía tiempo comprada pero que no podía usar.

Recuerda que antes tenía que acostarse temprano, a las 7 de la noche, y que hoy día le dan las once de la noche despierta, pues se entretiene con programas y nos confesó que está adicta a una novela que puede seguir sin interrupciones.

Navidad iluminada

«Tengo dos hijas adolescentes, una de 15 y otra de 13, y me daba hasta vergüenza con ellas, pues me decían que querían ver una película, cargar su teléfono celular, pero no podía proporcionárselo porque no había cómo», dice apelando a sus recuerdos.

Aprovechamos este momento para preguntarle por sus planes para Navidad y los días festivos que se avecinan. Junto a su familia prepararán el tradicional cerdo asado, empanaditas, pero lo que más emocionada la tiene es que por primera vez vendrá su familia de origen, que se eximía de visitarla por las incomodidades de no contar con la energía eléctrica y todo lo que acarrea.

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“Ahora tenemos lavadora, nevera, ya no tenemos que recorrer varios kilómetros para buscar hielo, ahora estamos cómodos, la vida nos ha cambiado totalmente” Victoria

Ricardo Pichardo
Sobre el autor

Ricardo Pichardo

Periodista, locutor y profesor de Relaciones Públicas. Pintar con palabras cualquier realidad es una pasión para mí, por eso, contar historias de cambio, es un ejercicio que asumo con entusiasmo. Estoy comprometido con el desarrollo y bienestar de mi entorno.

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