Pedro Gonzalo Carmona, a quien todos conocen como “el pez”, tiene toda su vida en San Antonio de Lavapié, allí hoy disfruta de sus nietos mientras atiende su puesto de reparación de gomas. Siempre tiene los brazos entrecruzados mientras habla, mas los levanta y los pone sobre su cabeza cuando cuenta que antes, “cuando una visita le decía a uno -voy para allá-, uno le decía -no, no, déjalo, que yo voy para allá-, para que no vinieran por el mal olor, uno no, porque uno ya era inmune”.

“Cuando eso lo movían había que mudarse, aquí había toda clase de enfermedades” El Pez

Expone que en la zona no se dormía, cuando la vieja planta movía mediante molinos los sólidos, a causa del gran hedor. “Jesús, cuando eso lo movían había que mudarse, aquí había toda clase de enfermedades, no nos podíamos sentar en el patio del mal olor, ahora estamos en la gloria”. Mientras lo dice, podemos confirmar la tranquilidad de sus pequeños nietos, quienes salen al patio a refrescarse con un poco de agua, que se echan con una botella.

“La verdad es que lo que pasamos no fue un juego, a veces nos teníamos que ir” Agripina

Agripina Fructuoso no solo es una comunitaria que se quejó de la planta que no funcionaba, es una mujer de armas tomar, que a la vez que riega y le canta a sus plantas, nos cuenta todas las revoluciones que encabezó, atrayendo la prensa, a fin de que fijaran la vista en aquel desagradable, contaminante e insalubre problema.

“La verdad es que lo que pasamos no fue un juego, a veces nos teníamos que ir. La primera piscina que hicieron allá abajo, cuando movían el molino el mal olor era triple y el agua salía igualita al río, verdecita, el mosquito era terrible”.

Incluso se atreve a ir más allá en su testimonio, en ella se encuentra la duda de si aquella contaminación robó algunas vidas. “Nosotros íbamos a la prensa, en ese tiempo hubo personas que murieron, y para mí tuvo que ver la fuerte contaminación que había”.

“Ahora no, ahora no hay mal olor, el agua sale limpia” José

También José Carreño tuvo que idearselas contra el hedor que muchas veces le arrebataba la tranquilidad. “En mi casa, para dormir, yo tenía que ponerle paños a la puerta y las ventanas para tapar las brechas y que no entrara el mal olor. Ahora no, ahora no hay mal olor, el agua sale limpia o al menos sin desechos”, dice.

Los comunitarios nos refieren que la planta original, la infraestructura, fue construida en los 50 y simplemente se basaba en unas piscinas en la que se acumulaban las aguas y que, a ciertas horas, encendían unos molinos que solo diluían los residuos sólidos, para luego verter el agua “cruda” al río.

“El agua caía sin purificar y las personas que viven para abajo del río no sabían lo que pasaba aquí, se bañaban con esa agua, lavaban con esa agua, los niños entraban al río y le salían cosas en la piel”, agrega Jorge a esta periodista que tiene la dicha de no sentir mal olor en la zona.

Pedro Santos no es nativo de la zona, pero de sus poco más de 80 años lleva 50 allí, por lo que la mayor parte de su vida estuvo estrechamente ligada a aquel contaminante ambiente. Él es fotógrafo y camarógrafo retirado, nunca esconde una sonrisa que lo delata como un abuelo que parece ser apoyador, y cuando ve las cámaras se entusiasma aún más, sabe la magia que se vive al estar del otro lado del lente y coopera sin miedo alguno.

Él no se cansa de decir lo feliz que se siente con la nueva planta, porque antes el hedor pasaba los tres kilómetros y ahora puede comer tranquilo en su casa, incluso sentarse con el de seguridad dentro de la misma planta y no sentir mal olor.

“Ahora puedo comer tranquilo en mi casa, incluso sentarme con el seguridad dentro de la misma planta y no sentir mal olor” Pedro

“Esta estructura es de los 50, pero siempre tuvo mal olor, porque funcionaba con unos molinos que se usaban para oxigenar el agua para matar algo de bacterias, pero los desechos salían igual. Pero ahora, mire, estamos dentro de la planta y aquí se puede comer”.

Estudiar en San Antonio de Lavapié era un gran reto para los estudiantes, pues don Pedro nos comenta que “la escuela a veces tenía que suspender las clases, por el mal olor, de acuerdo a como estaba el viento. Pero ahora hay un sistema muy moderno, esas aguas son tratadas con muchos productos para eliminar las bacterias”.

“Esto no se detiene aquí. En la actualidad estamos en un proceso de creación de las redes de recolección de aguas residuales que se conectará directamente con la planta” Waldo

El subdirector general de Inapa, Waldo Guzmán, nos acompañó durante la visita y nos explicó que el nuevo sistema “trata los desechos sólidos con unos lodos activados y luego pasan a lo que sería una tercera fase que es de rayos ultravioletas, que es el que limpia el agua para poder verterla al río y la naturaleza la pueda asimilar”.

Además, nos informa que esto no se detiene aquí, que es solo una primera fase, que en la actualidad “estamos en un proceso de intervenir a la comunidad para la creación de las redes de recolección de aguas residuales que se conectarán directamente con la planta”.

El equipamiento

La planta, con su viejo sistema, estuvo paralizada durante ocho años y la actual gestión logró su puesta en funcionamiento, con un moderno sistema, en solo un año. En esta primera etapa la inversión fue de 34 millones de euros, como parte del Plan Nacional de Rescate iniciado durante la presente gestión.

Esta falta de funcionamiento tenía a Nigua con unos altos niveles de contaminación y, a su vez, exponía a toda la comunidad a un alto nivel de vulnerabilidad.

Ahora, la nueva infraestructura cuenta con tecnología de lodos activados, así como con tratamiento riguroso para la eliminación de nitrógeno y fósforo, entre otras novedades, para garantizar el debido procesamiento de las aguas residuales.

La obra posee un sistema de gravedad-bombeo, para tratar 306 litros por segundo, el cual está compuesto por una cámara de recepción con aliviadero, un pozo de gruesos, un pozo de bombeo de agua residual bruta con cuatro bombas sumergibles, así como tres canales de desbaste fino: dos con tamices automáticos y uno con tamiz manual.

La actual gestión logró poner en funcionamiento, con un moderno sistema, en solo un año lo que hoy vemos aquí. La falta de funcionamiento tenía a Nigua con unos altos niveles de contaminación

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Sobre el autor

Abdia Acevedo

Me asfixié del lápiz y el papel a los 15 años. Me casé con el periodismo a los 24, como todos, para intentar salvar el mundo y la pasión desahució mi bolsillo. Amante de la poesía, de la carretera y el turismo de cercanía.

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