Partimos a grabar esta crónica a la hora señalada. Antes de salir el sol, el equipo estaba listo para ir tras cuatro historias de familias rebozadas de cariño a las que el gobierno del cambio les ha tocado de manera particular, cuidando a sus adultos mayores, tronco y génesis de su clan. El plan incluía varios sectores de Santo Domingo Este y el municipio de Boca Chica, donde funciona, entre otras provincias y municipios, el programa “Familias de Cariño”, puesto en funcionamiento en la presente gestión de la mano del Consejo Nacional para la Persona Envejeciente (CONAPE).

“Yo no me quejo, a este programa le doy un 10 de 10” Vilma

El programa es una propuesta con un enfoque tripartito donde se establece que el cuidado del adulto mayor es responsabilidad de la familia, la comunidad y el Estado, donde cada actor involucrado debe trabajar en conjunto para garantizar la protección de los derechos del adulto mayor, según lo establecido en la Ley 352-98. Familias de Cariño establece una visión transformadora hacia la permanencia del adulto mayor en su núcleo familiar o su comunidad, es una estrategia que garantiza bienestar y calidad de vida, evitando la deambulación, indigencia, exclusión social o institucionalización de la persona en los llamados “asilos”.

Asimismo, establece una compensación económica al cuidador del adulto mayor, así como capacitación permanente en distintos tópicos para manejar a la persona envejeciente con todo el rigor necesario para su bienestar. Este programa identifica familias de confianza en cada barrio, sobre todo las conformadas por mujeres solas y por adultos mayores jubilados, o sin empleo, pasando a convertir sus casas en “hogares de cariño”. Funciona bajo distintas modalidades, ya que el cuidador puede ser un familiar, un vecino o alguien asignado por el CONAPE para estos fines.

La primera parada fue en Villa Duarte. Allí la sonrisa de doña Estela Polanco, de 81 años de edad, nos dio la bienvenida. El aroma a café recién colado, terminó por despertarnos y lo compartimos junto a ella y su hija, Vilma Rodriguez, quien está a cargo de su cuidado.

Con café en mano y un rico bizcocho de pasas nos contaron su historia. Un buen día alguien les habló de este programa. Vilma, incrédula ante la posibilidad de que esto fuera real, no prestó atención, pero ante la insistencia de una amiga, decidió aplicar y para su sorpresa fue contactada para realizar una visita de levantamiento de información, cumpliendo con el protocolo establecido. Al poco tiempo le llamaron para que retirara el primer cheque, que le ayudaría a comprar, entre otras cosas, los más de cinco medicamentos que toma su madre para sus quebrantos.

Doña Estela padece de una enfermedad neurológica conocida como “síndrome de Guillain-Barré” un trastorno poco común que hace que el sistema inmunitario ataque el sistema nervioso. Como resultado, los músculos tienen problemas para responder a las señales del cerebro. En casos severos, como el de ella, el paciente queda casi paralizado.  Esta enfermedad se manifestó cuando apenas tenía 40 años, lo que indica que lleva la mitad de su vida con esta condición.

Los altos costos de los medicamentos, unido a la incapacidad para trabajar, mermaron sus recursos. Para Vilma, su única hija, le era imposible atenderla y salir del hogar a trabajar, pues, dada su condición depende de ella casi para todo.

“Estoy muy agradecida con este programa, no solo por lo económico, sino también, por el seguimiento que nos dan” Vilma

Con un profundo amor, Vilma se encarga no solo de sostenerla a nivel material, sino que también se ha convertido en un soporte emocional para su madre, pues no es extraño imaginar que, en ciertas ocasiones, vienen sentimientos encontrados ante esta realidad que le ha tocado vivir.

“Estoy muy agradecida con este programa, no solo por lo económico, sino también, por el seguimiento que nos dan. Siempre me llaman para saber cómo está, cómo va evolucionando. Me gustan mucho las charlas que nos imparten. Nos dieron una para el cuidado odontológico, cómo higienizar al paciente, la más reciente que recibimos fue “Cómo afrontar el duelo”, la cual me pareció muy interesante. Yo no me quejo, a este programa le doy un 10 de 10”, expresa Rodríguez con una sonrisa.

“Desde ese día entendí que ya no podía estar sola. ‘Familias de cariño’ ha sido una bendición. Mi madre está cuidada y a la vez sirve como fuente de empleo para otras personas” Josefina Gómez, hija de Bertha

De allí partimos hacia el sector conocido como Villa Olímpica, en plena autopista Las Américas, dónde nos esperaban doña Bertha Sepúlveda, de 87 años. Le acompañaba su cuidadora y amiga, así se tratan, Matilde Corporán, conocida cariñosamente como Jacqueline. Sentada en el balcón, su lugar favorito de la casa, “ya que puede ver los carros que pasan por la avenida”; además de que es la parte más fresca de la casa, nos invitó a conocer su historia.

Para Jacqueline, el tema del cuidado ha sido su propósito de vida. Nos relata que desde joven disfrutaba de cuidar niños, y con el paso de los años, encontró pasión cuidando adultos mayores. Antes de conocer y trabajar con doña Bertha, atendió a un señor durante largos años, a quien cuidó tanto que, en una época, aquel señor solo comía con ella y tomaba los medicamentos solo de su mano. Esto lo cuenta, con alegría, pues ha encontrado en esta forma de vida lo que realmente la llena.

Para Josefina, hija de doña Bertha, este programa ha sido una bendición. Ahora, puede trabajar tranquila, sin dejar a su madre sola en casa. Trabaja transportando niños a sus escuelas y recuerda que en ocasiones no se podía concentrar, pues sabía que su madre estaba sola y ya contaba con un diagnóstico de alzhéimer y parkinson.

“En una ocasión ella le abrió la puerta a un desconocido. Ella siempre lo ayudaba dándole algunos alimentos, y si tenía dinero también, pero me asustó que un día llegue y el señor estaba en la sala de la casa. Uno no sabe las intenciones de nadie, así que desde ese día entendí que ya no podía estar sola. ‘Familias de cariño’ ha sido una bendición. Mi madre está cuidada y a la vez sirve como fuente de empleo para otras personas”, comenta con alegría.

Quisimos quedarnos en la calidez de este hogar, pero el plan de rodaje indicaba que debíamos seguir al este, para llegar al municipio de Boca Chica, específicamente al sector de Monte Rey, donde dos familias más disfrutan hoy de los beneficios de esta política de estado, que pretende seguir expandiéndose a toda la geografía nacional.

Rosa García López nos esperaba junto a su madre, Juana López, de 79 años de edad, en el frente de su hogar. El sol apremiaba, pero no fue impedimento para escuchar de sus labios como les ha cambiado la vida desde que conocieron este programa.

Explica que la remuneración recibida le ayuda enormemente para cumplir con compromisos y pagar servicios, además de los medicamentos que necesita su madre para su bienestar. Desde septiembre de 2022, se convirtieron en una “Familia de cariño” más que suma el programa.

“Mi mamá sufre de la presión, pero está muy aliviada gracias a los medicamentos que puedo comprarle” Rosa

Con voz entrecortada narró que se enteró de la existencia de este programa tres meses después de su papá morir y está convencida de que si lo hubiese sabido antes quizás estuviera vivo. Lo cree porque su padre no contaba con la misma atención y disponibilidad de recursos con lo que hoy cuenta su madre.

“Antes no teníamos ayuda, mi mamá sufre de la presión, pero está muy aliviada gracias a los medicamentos que puedo comprarle. La ayuda que recibimos también nos ayuda a comprar la comida, ropa, si es necesario, hasta la electricidad pago con ese dinero, si no fuera por esto no sé qué hubiera hecho. Estoy muy agradecida”, comenta Rosa emocionada por el cambio.

Juana también tiene palabras de elogio para el programa, y también para su hija, al afirmar que se siente consentida, pues Rosa se encarga de todo lo necesario para su bienestar, como cocinar la comida, lavar la ropa, comprarle frutas, que según narra es lo que más le gusta comer.

Gracias a este programa me puedo dedicar totalmente a ella. Uno tiene que dedicarle los últimos años de vida a su mamá, es como una niña, no se puede quedar sola. Yo me siento protegida por este gobierno, si tengo que llamar un taxi, lo puedo hacer, si tengo que comprar un medicamento, tengo con qué pagarlo”, puntualiza.

“Yo me siento protegida por este gobierno, si tengo que llamar un taxi, lo puedo hacer, si tengo que comprar un medicamento, tengo con qué pagarlo” Rosa

Al despedirnos de Juana y su hija Rosa, nos dirigimos, a pocos metros de distancia, a la casa de Reyna Mercedes, hija y cuidadora de sus padres, Fedora Perdomo de 80 años de edad y Juan Mercedes de 84. Ambos tienen diferentes enfermedades. Su padre sufrió de un derrame cerebral hace más de 20 años y desde entonces tiene el lado derecho inmóvil, por lo que depende totalmente de alguien más para moverse en la cotidianidad. Su madre padece de Alzheimer y cada día diezman los recuerdos en su memoria. Al saludar, don Juan comía con su mano izquierda un mango maduro. Fedora, con voz baja, saludó al equipo e iniciamos nuestra conversación.

“Antes yo dejaba de comprar mis pastillas para la presión para comprarle las de ellos” Reyna

A Reyna le dicen Nana de cariño. Es una guerrera, no hay otro nombre para definirla, pues, aunque sobreviven varios hermanos, lleva sobre sus hombros la responsabilidad de acompañar a sus progenitores hasta el final. El trabajo cotidiano no es fácil, el solo hecho de lavar sábanas a diario es una muestra de esto. Velar por su alimentación, higiene y sostén es cuesta arriba.

Cuenta que desde que conoció este programa su vida y la de sus padres ha tenido un cambio significativo. “Antes yo dejaba de comprar mis pastillas para la presión para comprarle las de ellos. Esto ya no es así, pues la asignación me ayuda a comprar todos los medicamentos que necesitan”, dice estas palabras con dos fundas de farmacia en manos.

Además de los medicamentos, este dinero, bien administrado, le ha permitido hacer mejoras en su casa. Tapar algunos huecos de su techo de zinc, fue una de ellas. Ya que cuando llovía se mojaba la habitación donde duermen sus padres. Ha podido comprar una lavadora, por lo que no tiene que lavar a mano las sábanas ni ninguna otra prenda de vestir, por supuesto, esto es cambio.

“Me enteré de este programa por un primo que me comentó. Fui a CONAPE y conocieron el caso. La vida me cambió después de enero, cuando me aprobaron estos recursos. Lo primero que hice fue comprarle su cama, porque estaban durmiendo en muy malas condiciones. Antes tenía que pedirle a mis hijos y a mis hermanos que me ayuden a completar el mes, era una lucha constante, ya esto no es así gracias a Dios”, dice con satisfacción.

Con esta alegría nos despedimos. Un sabor a esperanza nos embargó a todos, pues el Gobierno está pensando en la gente en todos los estadios de su vida, y sobre todo en este, uno de los de mayor vulnerabilidad ante los achaques propios de la juventud acumulada.

“La vida me cambió después de enero, cuando me aprobaron estos recursos” Reyna

Ricardo Pichardo
Sobre el autor

Ricardo Pichardo

Periodista, locutor y profesor de Relaciones Públicas. Pintar con palabras cualquier realidad es una pasión para mí, por eso, contar historias de cambio, es un ejercicio que asumo con entusiasmo. Estoy comprometido con el desarrollo y bienestar de mi entorno.

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